La Fiesta de Pentecostés era una fiesta judía que se celebraba cincuenta días después de la Pascua (la palabra «Pentecostés» significa «cincuenta»). Era muy importante y convocaba en Jerusalén a muchos judíos que provenían de distintas colonias. Comenzó como una celebración donde se ofrecía a Dios las primeras cosechas, pero luego cobró un significado aún más profundo, ya que (en tiempo de Jesús) se celebraba la Alianza de Dios con el pueblo a través de los mandamientos (la Ley de Dios) que recibió Moisés en el Sinaí.
Para los cristianos Pentecostés es el momento en que recordamos cuando los apóstoles recibieron al Espíritu Santo, que Jesús les había prometido, como nos cuenta Hch.2, coincidentemente los judíos se congregaban en Jerusalén para celebrar Pentecostés. Por esto, la Fiesta cristiana tiene un significado totalmente diferente a la Fiesta judía, sólo coinciden en el nombre. Los cristianos celebramos la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia que anuncia la Buena Nueva tanto a judíos como a paganos.
La muerte de Jesús provocó una gran crisis en los apóstoles, se sintieron desorientados, desesperanzados, frustrados y temerosos. Tenían miedo. Pero después de recibir al Espíritu Santo los Apóstoles se llenaron de vigor y decisión, y llenos de fuerza, recordando lo que Jesús les había dicho, salieron a anunciar la Buena Noticia a todas las gentes.Hechos 2, 1 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.
2 De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban.
3 Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;
4 quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
5 Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo.
6 Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua.
7 Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando?
8 Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa?
9 Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia,
10 Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos,
11 judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.»
12 Todos estaban estupefactos y perplejos y se decían unos a otros: «¿Qué significa esto?»
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