Con este primer domingo de Adviento entramos en el tiempo de cuatro semanas que nos prepara inmediatamente para la fiesta de Navidad, memoria de la encarnación de Cristo en la historia. El Adviento es un tiempo de espera, de alegría y de esperanza.
Benedicto XVI en la encíclica Spe Salvi señala que el hombre tiene diferentes esperanzas en las diversas épocas de su vida, unas más grandes y otras más pequeñas; “sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar”. De esta gran esperanza, que es Dios, nos habla el tiempo de Adviento.
Este tiempo nos ofrece una gran oportunidad para redescubrir lo que verdaderamente esperamos, lo que realmente puede hacernos felices. Al final del Adviento contemplaremos a Dios que se hace hombre en el misterio de
Dios viene a nosotros, entonces todo aquello que en nuestro corazón este desordenado debe ordenarse para recibir a Dios y con Él, al prójimo.
Manos a la obra!!!
Aprovechá este tiempo y prepará tu corazón.
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